LLIBRE. “Cabeza de turco. Abajo del todo” de Günter Wallraff (1985)
24 24+01:00 gener 24+01:00 2013 1 comentari
RESSENYA. Günter Wallraff:
“Cabeza de turco. Abajo del todo” (1985)
Barcelona, Editorial Anagrama, S.A., 1987
235 pàgines, en castellà, original en alemany
Textos il·lustratius, fotos de l’autor disfressat en les diferents treballs.
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RESSENYA
Günter Wallraff (Burscheid, Alemanya, 1942) és un escriptor i periodista expert en clavar-se secretament en situacions compromeses per a després denunciar-les públicament.
Cabeza de turco és el seu relat del món del treball i dels immigrants a l’Alemanya del benestar dels anys 80 del segle XX, l’antiga RFA. Wallraff es transforma en un immigrant turc sense papers, de nom Alí, que vol treballar en qualsevol cosa. Descriu el patiment d’un sector social invisible en la macroeconomia però molt profitós per al gran capitalisme i els empresaris sense escrúpols.
Les condicions de vida i de treball de la comunitat turca, i també dels alemanys desocupats, són molt penoses: brutícia, insalubritat, manca de seguretat laboral i de contractes legals, horaris llarguíssims, etc. Així, amb sous de misèria i condicions escandaloses, treballa sense respir a una hamburgueseria McDonald, de peó a una granja, d’obrer de la construcció sense papers ni contractes, l’utilitzen com a conill d’Índies a la indústria farmacèutica, investiga la postura de l’Església catòlica i de les sectes, efectua neteges sense cap protecció a les refineries metal·lúrgiques, fa de xofer d’un traficant d’esclaus moderns, i acaba formant part d’un comando suïcida per a reparar una avaria a una central nuclear.
La narració és sòbria, i va acompanyada de documents oficials o de les empreses on Alí treballa. Transcriu els diàlegs tal qual, i amb un distaciament de tipus brechtià deixa que el lector es forme les seues pròpies opinions. La repercussió d’aquesta obra fou molt gran en la seua època, i fou acusat de difamació per un partit pro-nazi, i de plagi i per un company periodista.
La manera de treballar de l’autor va crear escola. Així, en l’actualitat hi ha molts treballs d’aquest tipus de periodisme, tant escrit com televisiu, com per exemple els del periodista Antonio Salas (Diario de un skin o El año que trafiqué con mujeres).
És un relat cru, molt cru. Quan acabes de llegir-lo et deixa eixe regust amarg, i la necessitat d’una síntesi explicativa i valorativa, però l’autor no la dóna. No hi ha quasi judicis. Ens embarguen els fets, les descripcions, els diàlegs. Ens serveix un material per a que el lector participe del llibre, s’emocione, i vulga saber més coses. I això, que al principi em semblava una mancança bàsica del llibre, resulta potser el més atractiu. És un document obert, que juga amb el lector per a fer-lo participar, per a establir una la complicitat davant les injustícies que narra.
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APLICACIÓ DIDÀCTICA
Temes referents a la immigració, el món del treball, l’explotació capitalista dels treballadors, la xenofòbia o la hipocresia social (treballa per a un tractant d’esclaus moderns que està afiliat al Partit Socialdemòcrata Alemany, l’SPD). En suma, per analitzar problemes del món actual.
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ÍNDEX DE CITES
1. Cal ficar-se dins, pàgina 80
2. Condicions de treball, pàgines 96 i 99
3. Menyspreu als turcs, pàgines 102 i 103
4. Beneficis del capital, pàgina 203
5. Exemple del consorci industrial Krupp, pàgina 227
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CITES
1. Cal ficar-se dins, pàgina 80
“Creo que no es posible lograr transformaciones serias sin meterse, de algún modo, en la inmundicia. Toda acción “desde fuera” me inspira una terrible desconfianza, pues corre el peligro de no ser otra cosa que un hueco parloteo.”
Odile Simon, Diario de una obrera de fábrica
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2. CONDICIONS DE TREBALL, pàgines 96 i 99
“Hay compañeros que trabajan durante meses sin un solo día libre. Se los trata como si fueran bestias de carga. Ya no tienen vida privada alguna. Se les permite marcharse a su casa porque a la empresa le resulta más barato que pagarles un sitio para dormir. De lo contrario, para ellos sería más práctico pernoctar directamente en la factoría o en las instalaciones de Remmert. Por regla general son gente más bien joven. Metidos en la porquería de Thyssen, a más tardar al cabo de unos años están consumidos y desgastados, exhaustos y enfermos, a menudo para el resto de sus vidas. Para las empresas son material humano desechable, obreros de usar y tirar de los que un buen número está haciendo cola para conseguir trabajo, gente que realmente agradece todo trabajo, cualquier tipo de trabajo. Este desgaste explica también por qué sólo rara vez alguien llega a resistir ese trabajo más allá de uno o dos años. Con frecuencia bastan uno o dos meses para contraer una enfermedad de por vida, sobre todo cuando te obligan a cumplir turnos dobles y triples. Un compañero de apenas veinte años trabaja por lo regular sus 300 o 350 horas mensuales. Los capataces de Thyssen lo saben, la factoría se beneficia de ello, de lo que además queda constancia impresa y almacenada en los relojes de fichar de Thyssen.
A menudo Thyssen recurre a Remmert de forma imprevista para que le envíe cuadrillas de choque, y sucede que, tras un trabajo agotador, algunos compañeros son transportados desde Duisburg a Oberhausen; aún están en la ducha cuando el sheriff se pasa por allí para llevárselos y volverlos a mandar a limpiar la porquería durante el turno extra. O se saca a la gente de la cama por teléfono para mandarlos a trabajar, tal vez en el preciso momento en que, exhaustos, habían conciliado el primer sueño. La mayoria de ellos, gente joven y desde luego fuerte, te dicen, si les preguntas, que no hay manera de resistir más de 15 o 16 turnos a la semana. […]
El record de resistencia en el trabajo lo reclama el compañero turco Sezer O. (44 años). Durante la construcción del “Metro” de Munich tuvieron que trabajar un tuno de 72 horas bajo tierra y, en sus breves intervalos de descanso, se desplomaban media hora. Hubo muchos accidentes en esos trabajos maratonianos, cuenta Sezer O., y todos extranjeros.
Yo (Alí) estoy presente cuando el sheriff [apodo del capataz], ni más ni menos, nos obliga –desde un punto de vista jurídico también nos coacciona- a hacer un turno doble. Nos lleva en el microbús directamente al lugar de concentración. Estamos hechos polvo. Algunos se han dormido en los asientos cuando el jefe de cuadrilla detiene el vehículo y dice, como de pasada: “¡Seguimos trabajando! ¡Turno doble!”.
Algunos protestan, dicen que tienen que irse a casa, que están totalmente derrengados.
Se les explica que lo exige Thyssen y que se seguirá trabajando.
El compañero argelino T., que tiene que ir a su casa sin falta, es despedido de inmediato.”
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3. MENYSPREU ALS TURCS, pàgines 102 i 103
“Muchos de los retretes de la factoría Thyssen están embadurnados con consignas y frases de desprecio contra los extranjeros. También el spray ha escrito con frecuencia sobre los muros de la fábrica graffiti hostiles hacia los extranjeros, y nadie siente necesidad de borrarlos. He aquí –procedentes de la planta Oxígeno I- sólo unos pocos ejemplos típicos, escogidos entre centenares de lemas letrinescos:
“MIERDA EN EL MANGO = UN TURCO CON PATA DE PALO”
En la cantina cercana hay esta pintada:
“FUERA TURCOS. ALEMANIA SIGUE SIENDO ALEMANA”
Junto a esto un amigo de los animales había colocado oportunamente una pegatina con un oso panda y la leyenda: “Proteged a las especies animales en vías de extinción”. Veinte metros más allá una gran inscripción: “¡MUERTE A TODOS LOS TURCOS!”. O las que se leen en los retretes de la calle Kaltwalz, en la zona de galvanizados. He tomado nota de algunas inscripciones, ya amarillentas, lo que significa que están allí desde hace mucho tiempo:
“Mas vale un millar de ratas en la cama que un turco en el sótano. Ahorcad a todos los turcos y a todas las muchachas alemanas que se acuesten con ellos”.
Luego, de otro puño y letra:
“Turcos de mierda, nunca se los podrá colgar bastante alto, los odio a todos. Me voy a cargar a todos los cerdos turcos”.
Y más allá:
“Mejor ser un cerdo SS que un cerdo turco.
Nunca ha habido mejor alemán que Adolf Hitler”.
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4. BENEFICIS DEL CAPITAL, pàgina 203
“El capital se vuelve audaz si la ganancia es adecuada. Con el 10% asegurado, se lo puede colocar por doquier; con el 20% se torna vivaz; con el 50% positivamente temerario; por un 100% pisotea todas las leyes humanas y por un 300% no existe ya crimen al que no se arriesgue, aun bajo el peligro del patíbulo. Si el tumulto y la reyerta aportan ganancias, el capital los avivará. La prueba: el contrabando y el comercio de esclavos”.
Thomas Joseph Dunning, Trade Unions and Strikes (Sindicatos y huelgas), Londres, 1860.
Cita de Karl Marx, Das Kapital, t. 1, capítulo: “La acumulación primitiva”.
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5. EXEMPLE DEL CONSORCI INDUSTRIAL KRUPP, pàgina 227
“Nosotros lo hacemos todo”, he aquí el eslogan de Adler y de la mayoría de los demás consortes y suministradores de hombres a los consorcios de la industria y los negocios de la construcción.
“Nosotros lo hacemos todo” es el lema del capitalismo, a lo que habría que añadir: “Todo lo que produce ganancias”. Y si bien hasta el momento los seres humanos no son triturados para fabricar con ellos jabón, excepción hecha de los experimentos durante el Tercer Reich (aprovechamiento de los restos de los prisioneros asesinados en los campos de concentración, por valor de 11,50 marcos el cadáver, a fin de utilizar la grasa y los huesos para la fabricación de cola), ello no sucede por motivos humanitarios, sino exclusivamente porque no sale a cuenta hacer jabón con la gente.”
[…]
Nota a pie de página:
“Nosotros lo hacemos todo” era el eslogan del consorcio Krupp, de acuerdo con la divisa: “Mi meta es educar a gran número de fieles súbditos del estado y trabajadores a la medida de la fábrica.” Y en efecto, los súbditos funcionaron tan bien, que en 1914 se apresuraron a ir a la guerra y hacerse destrozar por las granadas británicas, en las que estaban troqueladas las letras KPZ (espoleta retardada Patente Krupp). De ahí el que Krupp pudiera enriquecerse doblemente gracias a la guerra. Con los soldados ingleses y alemanes muertos. Por cada caído alemán Krupp se embolsaba 60 marcos en concepto de regalías abonadas por el consorcio armamentístico británico Vickers. Al perder Alemania la guerra, Krupp se había enriquecido en 400 millones de marco-oro, para luego, antes de 1933, poder invertir oportunamente 4.738.440 marcos en el nuevo preparador de guerras, Hitler. Allí donde se podían obtener ganancias, pequeñas o grandes, producto de soldados caídos o de millares de condenados a trabajos forzados, precariamente mantenidos en vida, parte de los cuales eran cobijados en casetas de perros en los terrenos de las factorías –peor que esclavos-, allí estaba Krupp. En las tapias exteriores de las fábricas Krupp había carteles que rezaban: “Los eslavos son los esclavos”.
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